24.8.06

Encuentro

No había ya nada más que hacer aquella noche. Luego de comer algo se sentó, solo en su departamento, a ver algo en la televisión. No aguantó mucho tiempo, mejor sería salir a caminar un rato, el fresco aire de la noche muchas veces aclaraba su pensamiento. Luego de unos minutos de caminar entró en el bar de siempre, se sentó frente el mostrador y pidió un whisky doble. No pasó mucho tiempo cuando vio entrar a una mujer que, solitaria, se sentó a su lado.

-Un whisky por favor.- Dijo ella. El ni siquiera la miró.

Siempre sucedía lo mismo, cuando una mujer se sentaba a su lado era como si no pudiese empezar nunca una conversación, no era su estilo. Siempre esperaba una mirada, una palabra, algo por simple que fuera para recien poder comenzar a hablarle. Quizá era porque conocía demasiado bien la forma de ser de las personas que se sientan, solos, en un bar a las tres de la mañana. Al fin y al cabo él era una de esas personas.

-¿Tenés fuego?- Mágicas y esperadas palabras, ahora podría intentar hablar con ella.

-Sí, como no.- Respondió

Luego de que ella encendió su cigarrillo él la miró sutilmente a los ojos y sus labios esbozaron una tenue sonrisa, que fue igualmente correspondida por ella. Era el momento de intentarlo, si iba a hablar con ella esa noche éste era el momento exacto para intentarlo.

-Otro whisky por favor. Y uno para la señorita.- Pidió a quien atendía. Ella no dijo nada más que gracias.

Luego de unos minutos en silencio, quizá tratando de adivinar formas caprichosas en el hielo para no pensar tanto en como podría iniciar la conversación, vió que ella movió levemente su banqueta hacia donde él se encontraba y, mirándolo, le dijo.

-¿Porqué los hombres se sienten obligados a invitarle algo a una mujer cuando la ven sola?-

No lo tomó como un ataque, sino como una inteligente forma de ella de conocer con que clase de persona se había topado. Una buena respuesta era el mejor comienzo. Por suerte nunca le costó esbozar argumentos inventados al instante; es más, despues cuando los analizaba, muchas veces, por no decir casi siempre, veía que tenía razón. Por lo general el pensamiento espontáneo y rápido es el más honesto.

-Lo hice porque estoy aquí sólo y no quiero que alguien mas esté así también. Si no te parece bien, igual fue un gusto conocerte.-

Ella lo miró, bebió, apagó su cigarrillo en el cenicero y, golpeando despacio con su dedo índice sobre la mesa, le dijo.

-Gracias por la invitación, la verdad es que una siempre espera que suceda. Lo que pasa es que a veces te encontrás con gente que no es de lo mejor.-

Mil palabras giraron en torno a su cabeza, si quería seguir hablando con ella debía decir algo inteligente, coherente o, cuanto menos, interesante. Pensó que quizá había tenido la buena suerte de encontrarse con esas personas que le dan valor a cada palabra que dicen y que escuchan. En definitiva, una persona como él. Primero le pareció que lo mejor era cambiar el tema y no dejar que ella siga hablando de que a veces se conoce gente no muy buena, pero no lo hizo, prefirió decir algo bueno de él, indirectamente.

-Es lo malo de la soledad, se te termina acercando gente que no vale la pena.-

Ella asintió con la cabeza, pero antes de que comenzara a hablar, él la interrumpió y continuó.

-Pero eso es tambien lo bueno de la soledad, siempre está la puerta abierta a que llegue alguien interesante. Puede durar una hora, una noche o o puede ser alguien que termine con tu soledad. ¿Quien sabe?-

Sólo lo miró. Volvió a sonreir y, acercándose, le dijo al oído.

-Pedí otros dos, la noche va a ser larga.-

La risa los invadió. A veces, furtivamente, se miraban a los ojos, tratando de ver que había más alla de ellos, como buscando ver el interior del otro. Ambos encendieron un cigarrillo y comenzaron a hablar de las tonteras obligadas, su nombre, la edad, que hacía cada uno. Aunque en el fondo, cuando una persona interesa a primera vista, esas cosas son las que menos importan, es más, hasta quitan un poco de magia.
Los whiskys bajaban y los cigarrillos se consumían pero, por sobre todas las cosas, algo no pasaba inadvertido entre los dos. Casi inconcientemente, pero de una forma casi mágica, necesaria, las banquetas estaban cada vez más cerca.
La música parecía no sonar, las voces de todos los demás se silenciaban al llegar a sus oídos, sus manos se tomaron de a poco. Ya no sabían ni de que hablaban, pero cada vez estaban mas cerca; la respiración se entrecortaba, nada parecía importar en su mundo, que en este preciso instante era un mundo sólo de dos. Las manos se tomaron con más fuerza antes de soltarse y pasar a la espalda, de repente dejaron de hablar. Sus labios se tocaron en un tierno y largo beso y sus ojos volvieron a cruzarse ya sin miradas furtivas.

El whisky siguió bajando y los cigarrillos consumiéndose. Pasaron toda la noche hablando y besándose; pensando que la soledad podía llegar a terminar, quizá habían encontrado alguien que valía la pena, alguien con quien hablar.La gente despobló el bar y el sol se asomó preanunciando la hora de la despedida.

-Me gustaría mucho que esto pudiera repetirse todos los días.- Dijo ella.

-Así va a ser, nos vemos mañana aquí mismo.- Dijo él antes de despedirla con un beso y marcharse sin ver la pequeña lágrima que por su mejilla caía.

La noche siguiente ella nunca llegó.

Se había marchado por la tarde.

6 comentarios:

Noelia dijo...

Debo decir que este blog me gusta mucho, puedo casi ver todo lo que contas, puedo imaginarlo.Me parecio hermoso lo que leì recien, y màs de lo que hablaron me gusto leer lo que callaron,se transmitieron y sintieron. Lastima que no tuvo un final feliz, una siempre los espera, aunque duren tanto como el momento de pasar por la puerta.
Si tambièn es real el relato, de verdad espero que esa mujer vuelva a cruzar la puerta para encontrarlo, y le quite su soledad.

Alicia dijo...

caramba...estoy sorprendida. Será casualidad? Yo escribí alrededor de la una de la madrugada de ayer Jueves, ¿y Ud? ¿telepatía tal vez?
Me gusta el nuevo blog

Celeste Sánchez Goldar dijo...

Pero claro que tenía dotes para escribir otras cosas! Lindas por cierto. Me gustó el nuevo blog donde en el bar usted se encuentra del otro lado. Como dice el yaya, que la vida es un bar.
Besitos!

Gir dijo...

....romantico, tierno y triste.......le ha de haber pesado mas la soledad despues de ese encuentro.....me gusta esto que has estado escribiendo...bye

El Bartender dijo...

La maravilla de la escritura es que permite contar historias verdaderas y hacer sentir verdaderas historias irreales.
Así como el post anterior relataba un momento de mi vida tal cuál sucedió, éste post es una historia totalmente inventada, totalmente irreal (para mi, seguro que a alguien alguna vez le sucedió)

Alabama Worley dijo...

Me gustó, me gusto, si si, el nuevo blog está bueno, mmj'm.-